La forma en hecho y la forma en potencia

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Se hacen unos silencios, de cada uno allí sentado, en el piso, en algún sillón que hay por ahí. Unos silencios y sólo una respiración larga y como agónica del aire acondicionado, ajeno a todos. Afuera la calle y pronto los colectivos, que pasan y se anuncian o se detienen en el semáforo haciendo vibrar las ventanas; con ello se aguza la atención. Los musicos miran al piso. Estoy con ellos, atrás y a la izquierda. A mi primer gesto me observan. Inhalo. A mi segundo gesto la música empieza. Sin embargo no hay nada en ella que excluya a los colectivos, ni al aire acondicionado, ni a los pasos de aquellos que llegan tarde a acomodarse en la pequeña sala. No hay nada en esta música que permita a nadie soltar esos silencios sin sentir que ocurriría una catástrofe.

Si hay una pregunta sobre cómo la música "transforma" al tiempo, debe haber un reverso que pregunte sobre cómo la música "transforma" al espacio. La forma ¿puede "ser habitada"?

Me interesa cuando el transcurso y el discurso están desligados. Cuando los elementos de la narrativa pierden unos con otros su tensión recíproca: no parece poderse descifrar que "luego de A vendría B", porque A y B ahora son difícilmente identificables o contrastables. La atención "flota", ya no "se dirige"; la forma transcurre pero también nos envuelve.

Pensar en la forma aquí es pensar en esta fuerza imposible de medir, en el hecho o el evento que invoca en simultáneo a todo oyente y que atravieza a cada uno singularmente; implica no solo a la obra sonando sino también al espacio y las acciones en él, las memorias y las espectativas. Multiplicidad que se fuga.

Desde esta perspectiva, componer no es una operación directa sobre el sonido. A fin de cuentas sólo se puede especular al respecto: imposible prever toda contingencia. Si trabajamos con la notación, más todavía. Earle Brown dice: la escritura musical es finita y la sintaxis del sonido, potencialmente infinita. ¿Sobre qué opera durante su trabajo un compositor? Decir que lo único que hace es especular sobre lo que sucederá mediante mayor o menor control en la notación o la organización de los materiales sería una explicación inacabada.

Pensar el trabajo de componer desde acá es llevar la cosa a un punto de mayor abstracción. Lo que se deduce hasta aquí es que componer es atemporal; que la forma sustancialmente transcurre y que por eso la composición no opera directamente sobre ella. Después, aunque componer supone una organización de elementos, esta organización no es "en el tiempo". En todo caso el tiempo se divide para el compositor en a) un parámetro más (las duraciones) y b) aquello sobre lo cual "la forma se despliega". Sobre esto último es interesante detenerse porque aquí puede haber una clave para entender la composición. Estoy pensando en una forma que no se despliega, una forma sin tiempo. Qué queda: únicamente las relaciones establecidas entre los elementos en la obra. La notación es la codificación de esta estructura. Queda por verse qué características tiene ésta última.

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